Por Lola Pavón, psicóloga general sanitaria
Dentro del trabajo en Salud Mental puede parecer que solo trabajamos sobre lo patológico, sobre lo que no va bien. Eso, en parte, es cierto. Sin embargo, desde siempre, a mi me ha parecido también primordial el trabajo sobre lo que debería pasar para que no aparezca lo patológico. En este sentido y cada vez con mayor evidencia científica, el área de Psicología Perinatal se convierte en un campo de trabajo fundamental para la prevención de lo patológico.
Hoy en día ya sabemos, sin lugar a dudas, la importancia decisiva que tienen las primeras experiencias de vida en la salud de toda persona. Y sabemos además, que desde el momento en el que una familia se plantea la maternidad y/o paternidad ya se pueden empezar a cuidar esas primeras experiencias para que todo sea suficientemente adecuado.
Cada vez más profesionales tenemos acceso a mejores formaciones e investigaciones en torno a la importancia de la atención en perinatalidad. Hay una necesidad irreversible de desarrollar esté ámbito y de expandir sus conocimientos, su mirada y sus herramientas de trabajo. La puesta en marcha de la I Jornada de Psicología Perinatal: Vínculo temprano y Salud Mental, organizada por el Grupo de Trabajo de Psicología Perinatal del Colegio de Psicólogos de Madrid, es un ejemplo de ello.
He tenido la suerte de asistir y han sido unas jornadas apasionadas, donde faltó el tiempo a todas y cada una de las ponentes para trasmitirnos todo lo que querían. Nos hemos quedado con ganas de más. Y es que hay mucho de lo que hablar. En España, afortunadamente, ya se están haciendo muy buenas intervenciones en el campo de la Psicología Perinatal.
Yo me quiero quedar con todo lo que nos han contado que debería pasar:
Mercedes Valle Trapero, dentro de su ponencia sobre un Programa de Atención Psicológica en Neonatología, nos destacó como los bebés deberían ser vistos como personas. Sí. Esto que parece tan obvio y tan sencillo no lo es tanto, y a veces se nos olvida observarles y aprender a interpretar su riqueza comunicativa y experiencial. Los bebés nos cuentan muy bien todo lo que sienten, todo lo que necesitan, todo lo que les pasa. Entrenar la mirada para conocerles y aprender a respetar sus ritmos se planteó como una tarea hermosa y llena de satisfacciones para familias y profesionales. Son personas que necesitan habitar en la piel y en los brazos de sus madres todo lo posible, en la piel y en los brazos de sus cuidadores principales, promoviendo y facilitando así todo lo que en esta etapa debe pasar. También nos habló de la necesidad de dar los tiempos necesarios para ello, eliminando prisas y acompañando de una forma respetuosa y lo menos invasiva posible. Para ello señaló la necesidad de escuchar a los cuerpos, dejando las palabras como algo secundario en esta etapa, para no interrumpir lo que no se debe interrumpir, para ayudar a facilitar las habilidades de maternaje y paternaje observando todo lo que ayuda y potenciándolo.
Mónica López, Raquel Huéscar y Ana Kovacs fueron muy generosas contado casos clínicos que ellas había atendido como psicólogas perinatales. Casos donde se evidencia que la mirada entrenada desde los conocimientos de esté área son fundamentales. Nos explicaron como las condiciones en las que se recibe un bebé son determinantes, pudiendo ayudar a prevenir muchas dificultades si se cuidan. Me encantó el texto que nos compartió Mónica López sobre lo que significa “disponibilidad” para estar con y recibir al nuevo ser: “disponibilidad […] es la apertura continua a lo que ocurre y allí está el hijo que es un ocurrir continuo en espera de disponibilidad, no dentro del atropello de los tiempos horarios, sino en la escucha de sus manos y sus miradas cuando se encuentran o se extrañan en cada momento” (“Hijos sin tiempo” de Eva Giberti.).
Nos contaron también como a veces, tras una experiencia traumática de parto, un segundo embarazo puede ayudar a reparar lo sucedido en el primero con el acompañamiento adecuado. Y nos mostraron como la propia historia de vida de madres y padres puede ser algo a tener en cuenta de cara a iniciar un acompañamiento que ayude a generar resiliencia a través de la experiencia del embarazo, parto y crianza. Revisar nuestras historias de llegada a este mundo y de crianza, nuestras expectativas acerca de las madres o los padres que esperamos ser, de los hijos o las hijas que esperamos tener, etc., pueden ser puntos de partida interesantes para entregarnos a la apertura que requiere una experiencia como es la maternidad y/o la paternidad. Me quedo con las palabras oportunidad y resiliencia, ya que incluso cuando hay alguna dificultad, la plasticidad de esta etapa nos ofrece posibilidades continuas de reparar, y esto es muy motivante. Con poquito, a veces, se puede conseguir mucho más de lo que pensamos.
Andrea Souvirón, Emilia Dip y Carlos Pitillas nos mostraron como cada vez existen en nuestro país más proyectos profundamente comprometidos con la prevención y la intervención dentro de la Psicología Perinatal. Los hilos conductores de sus ponencias han sido el fomento de espacios educativos respetuosos en los primeros años de vida; el fomento de vínculos tempranos de seguridad, acompañando a las familias para que puedan desarrollar habilidades parentales positivas; y la promoción de una intervención multidisciplinar y coordinada en los ámbitos hospitalarios.
Impresionante el modelo de intervención del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona, que nos ha mostrado Emilia Dip. Ha sido precioso ver como integran a toda la familia en torno a la atención de los bebés recién llegados, como cuidan a las mamás que tienen que estar hospitalizadas, como los distintos profesionales se coordinan para lograr que las familias reciban la atención necesaria de la forma más inmediata posible. Y es que en perinatalidad los tiempos son cruciales. Los resultados de sus estudios aportan, además, datos relevadores. Entre ellos me llamó mucho la atención que la mayoría de derivaciones a los servicios de Psicología Perinatal se hacen ya en la etapa de postparto, aspecto que nos puede servir de referencia para tratar de realizar una intervención en etapas más tempranas para acompañar a las familias y ofrecer una adecuada preparación para prevenir dificultades en las etapas posteriores.
Por último, en el apartado de comunicaciones libres, fue emocionante ver como la Psicología Perinatal se extiende en proyectos de todo tipo y agentes diversos. Lo mejor fue la pasión y el convencimiento de aquellas personas que presentaron. Mostraron como el acompañamiento a las familias aumenta sus recursos y habilidades incluso en los contextos más complejos; pusieron sobre la mesa la importancia de nombrar e intervenir en casos de muerte y duelo perinatal, visibilizando y dando el espacio que requieren estos sucesos; señalaron la necesidad de dotar de identidad clínica a la depresión postparto, estableciendo protocolos de detección y atención específica, así como mecanismos de prevención. Y muchas cosas más. Por encima de todo, me impactó la manera en que estos proyectos han surgido por la implicación de quienes, ya conociendo todo lo que se conoce desde la Psicología Perinatal, no pueden no hacer eso que se debería hacer, o al menos intentarlo.
Tal como nos enseña el mito de la caverna de Platón, una vez que se tiene acceso a este conocimiento, a esa mirada, es imposible darle la espalda. Y aunque sea grande el esfuerzo de integrar esta perspectiva, los beneficios que podemos llegar a generar en la salud de las personas son tantos que no podemos más que continuar esta labor en todos aquellos ámbitos que nos sean posibles.